I
Miriam dobla las cartas con cuidado. Los papeles crujen entre sus dedos, están secos por el sol, mojados por la lluvia del viernes y vueltos a secar en las rejas de Plaza de Mayo. La acompañan dos hombres, cada uno con una bolsa de plástico grande desbordada de papeles y cartulinas de colores, de remeras, banderas, flores de plástico. Se acercan a las rejas y miran con detenimiento los mensajes, los leen, se fijan que estén enteros, que todavía sean legibles. Cuando se deciden por uno lo quitan despacio, como si la reja sufriera con cada desprendimiento. Están juntando los mensajes que durante estos días miles de personas dejaron a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Porque los necesita, dicen. Y hay que hacerlo ahora, tal vez llueva de nuevo a la tarde.
Buscan los dibujos de los nenes. “Esto es lo que va a dar fuerza a Cristina”. Miriam Quiroga lo dice y se emociona otra vez. No se acuerda cuántas veces lloró desde el miércoles por la mañana. Se siente huérfana de padre y con una madre a quien cuidar. Sabe que la mejor forma de proteger es dar amor y eso es lo que junta de las rejas para llevar en bolsas de plástico a la Casa Rosada. Es la Directora de Documentación Presidencial, un área que ella lama “carteros del pueblo” y que se encarga de leer y dar respuesta a las infinitas cartas con destino CFK. Ahora sé que los papeles que tantas personas dejaron en esas rejas, increíblemente, sí van a llegar hasta Cristina Fernández. Porque lo necesita, me vuelve a decir.
La tarea se le ocurrió a ella. No hubo una orden, pero el viernes por la noche retiraron, clasificaron y guardaron los mensajes dejados en las rejas de Balcarce 50. A pesar de la lluvia, la mayoría se salvó. Y hoy siguieron con los del centro de la plaza. Miriam me cuenta una idea que se le está ocurriendo ahora: tal vez pueda hacerse algo con un museo, exponerlos, que todos puedan ver el apoyo de miles de argentinos para siempre. Pero antes los va a ver Cristina. Quieren llegar al lunes con los mensajes selectos preparados para ella.
Es el mediodía del sábado 30 de octubre. Hace más de 74 horas murió Néstor Kirchner y todavía, en Plaza de Mayo, llega gente a dejar carteles de apoyo y agradecimiento. La escena se repite, se multiplica. Aunque ahora también estén los turistas sacando fotos como si las rejas empapeladas y el olor a flores muertas fueran un atractivo más de Buenos Aires que olvidaron marcarles en el mapa for export.
Miriam mira un papel de agenda adolescente. Le digo que esa hoja con dibujos de colores la dejó hace un rato una pareja. La chica sacó de su cartera un alfiler de gancho con un crespón negro y enganchó la hoja a una bandera azul. Y se fueron por la misma vereda y de la misma forma en que habían llegado, abrazados. “A nuestra querida Presidenta, en este momento de tanto dolor, desde mi corazón y el de mi esposa, nuestras más sentidas condolencias. Queremos alentarla para que siga adelante porque la necesitamos y pueden pasar muchas cosas pero Dios siempre va a estar de su lado. Juan y Sol, de 27 y 21 años, con todo amor y respeto”. Después de leerlo, Miriam me dice que van a dejar los que son de hoy así pueden cumplir su cometido, el de dar apoyo y amor.
II
Es domingo, cinco días después de la muerte de Kirchner. Miro mi bolso. Es rojo, con líneas verdes, amarillas y naranjas. De colores de altiplano. En este bolso de correa atada sobre el hombro hay varios papeles sucios, rotos, con trozos de cinta adhesiva que se despegan y que yo agarro para que no se vayan. Están pisoteados y amontonados hace varios días. Los junté antes de conocer a Miriam. Ahora me doy cuenta que siguen acá.
El jueves por la madrugada estaba en la plaza con unas amigas que tampoco tenían mejor plan para esa noche. El viento me molestaba, las zapatillas me quedaban chicas de tanto usarlas para caminar y saltar, tenía frío, había tomado la cerveza suficiente para dormirme y no para emborracharme. Eran las 2.30 de la mañana y, por primera vez, quería irme a mi casa.
Sentada en el cordón de la vereda frente a la pantalla gigante que durante tres días mostró en vivo, pero sin voz, las imágenes del velorio, miraba a un padre con su hija de tres años. Comían un paty y la nena no lloraba, no decía papá por qué no nos vamos, qué hacemos acá, tengo sueño. Yo seguía sin entender demasiado ese amor que desbordaba la plaza, las ganas de estar tan tarde. Había más gente que a las 10 de la noche y el viento era tan fuerte como para desprender los papeles de las rejas y juntarlos en un remolino bajo la pirámide de mayo.
Me acerqué hasta la pila de papeles y agachada, con las manos sucias, empecé a darlos vuelta y leerlos. Seleccioné varios, los que más me gustaban. Uno que dice “por algo moriste en primavera, tus semillas hoy son brotes” y nada más, sin firma. Letras negras en imprenta mayúscula sobre una hoja blanca A4. Tres dibujos de nenes firmados por sus madres. Un papel chiquito de volante entregado en la calle con una letra chiquita de birome azul que dice “señora presidenta fuerza le brindo con mucho amor hermanos peruanos”. Y otros más.
Decidí caminar hasta el final de la cola, quería ver el último rostro y saber cuántos a esas horas, ya las tres de la mañana, seguían sumándose a esa fila que prometía 10 horas de noche parados en la calle. Avancé por Avenida de Mayo hasta la 9 de Julio. La gente cantaba con termos de café y mate en las manos. Había familias, militantes jóvenes, gente grande, niños. A esa hora la fila doblada por Rivadavia y seguía dos cuadras. No había un último con el gesto desahuciado en el rostro, como yo imaginaba. No había un último siquiera. De las veredas se iban sumando deudos a ese final y hacían que la cola siempre se moviera, siempre se alargara, y que el último nunca fuera el último salvo por unos segundos.
III
Los papeles de Miriam, los míos, los que se habrán llevado otros, son los mismos que vi desde el miércoles, temprano, en Plaza de Mayo. Yo no escribí nada. No vi que ningún amigo mío lo hiciera. Tal vez me haya animado a llevar unas flores que regalé a mi hermana de 8 años y no dejé en ninguna reja. Valentina aprendió tres cosas el jueves en la plaza: a gritar un médico un médico un médico si alguien se desmaya en un lugar donde hay muchísima gente; a hacer rimas que reemplacen laputaqueteparió del hit Andate Cobos; y a leer por segunda vez con las mismas ganas un libro que había terminado hace pocos días. Por esas tres cosas y porque no va olvidar nunca la plaza llena de gente, vale la pena que la hayas traído, mamá.
El miércoles la resaca de la noche anterior se me fue de repente, sin ibuprofeno, sin nada, o con todo, con una noticia, con algo que me dijeron, con tantas llamadas que no atendí porque no entendía por qué, a esa hora, 9.30, tantos me llamaban.
Entonces me levanté y prendí esta computadora y abrí las páginas de los diarios. Tenía muchas llamadas perdidas de gente del trabajo y pensé que podría haber pasado algo más en San Vicente: un tornado, otro muerto al costado de la ruta. No quería atender sin estar enterada.
Lo leí. Leí y llamé a mi papá. Le dije que tenía una tristeza que no entendía. Estoy intentando entender esta tristeza hace cinco días. Y a veces puedo y a veces no. Mi forma de entender es mirar. Eso es algo que sé de mí, que para entender observo, escucho y después, a veces, escribo. Entonces fui a la plaza desde el miércoles y hasta el domingo siempre volví, unas horas, una tarde, un día.
Me sorprendió mi papá que siempre habló de política y nunca se involucró y hoy está con esta tristeza que no entiende del todo como yo. Me sorprendió más mi mamá, triste, llorando, diciéndome que este vacío ella lo sintió otras veces en su vida y que no se va, que no se va rápido. Esas veces son la muerte de su hermano, cuando ella tenía 6 años, y la muerte de su padre, cuando tenía 11. No entiendo. ¿Por qué estás tan triste mamá? ¿Por qué si no militás? ¿Por qué si no discutís de política en la sobremesa de los domingos? Mi mamá tiene 51 años y este año, por primera vez en su vida, comenzó a trabajar en blanco. Es portera de una escuela. Y le encanta su trabajo. Pienso si eso tendrá algo que ver, si esta inclusión de ella en el mundo productivo tiene algo que ver. Ojalá sí.
Hice seis horas de cola el jueves para entrar a la capilla ardiente del salón de los Patriotas Latinoamericanos. En esa procesión estuvo al lado mío una señora que vino desde Santa Clara del Mar para verlo, para decir adiós. Se desmayó adelante mío y la ayudé. Le había bajado la presión. Antes le había preguntado por qué había ido. La señora tiene 70 años y viajó desde la costa hasta Moreno, donde pasó a buscar a una amiga. Está sin dormir porque llegó de madrugada en un micro. Volvió a la cola a desmayarse de nuevo cuando se recuperó. Y le pregunté por qué. Dijo que había que estar, que era él, que era ella, que por los dos había vuelto a sentir que ella importaba acá, en este país, en Argentina. Con eso basta, pensé.
Tengo un miedo estúpido. Temo no poder hablar de otro tema. Dije que no podía salir, que cómo se les ocurría invitarme a una fiesta de disfraces. El sábado, cuatro días después de, yo no podía disfrazarme de nada. Y me da miedo. Miedo de no estar a la altura, de alucinar con mártires y héroes. No paro de leer los diarios, nacionales e internacionales. Estoy con facebook y twitter. Vivo a seis cuadras de Plaza de Mayo. Desde que murió Néstor Kirchner pasé más horas en esa plaza que en mi casa. Cada vez que volvía también me volvía esta necesidad de entender qué pasa, qué me estaba pasando para salir de nuevo hacia la plaza y querer cruzarme con la gente, abrazarme con amigos, cantar bien fuerte. Necesitaba abrazos. Van cinco días en que escucho radio, miro tele, leo diarios, reviso redes sociales, salgo a la calle, voy a la plaza, escucho las conversaciones de la gente, miro rostros y pienso al mismo tiempo. Me estoy atolondrando de información. Quiero entender
Esta tarde volví. Busqué más cartas ocultas en el borde de las rejas, caídas por el viento y la lluvia. Las tengo acá. Bien dobladas, prolijas. Se las quiero dar a Miriam. Pienso llevárselas esta semana. Quiero que el dibujo de Ruth, de cuatro años, le llegue a Cristina. Si el hombre de mi vida se fuera así tan de golpe de mi lado yo también quisiera mil dibujos de niños que me dieran amor, aunque no supieran nada de la muerte. Aunque yo tampoco sepa nada de la muerte ni de hombres que te aman por toda la vida.
Patricia, he leído dos veces tu crónica y me parece una de las mejores descripciones de lo que sucede en las calles de la Argentina. Pienso en todos esos carteles, cartas y dibujos dedicados a Nestor y a Cristina y los veo como legados a las nuevas generaciones, toda esa documentación alternativa que se ha recogido del suelo, de la plaza, de las calles, escribe la historia a partir de hoy.
ResponderEliminarabrazo sincero.
Dalila Huitz
Periodista guatemalteca
Brillante Pato!
ResponderEliminarTe felicito.
Beso grande
Aneris
Hermoso, hermoso, hermoso.
ResponderEliminarPaula
Bellísima crónica.
ResponderEliminarBeso.
Excelente logro de la ardua tarea de escribir sencillo. Impecable tu crónica!!!
ResponderEliminarJulia
Vos no tenés idea del diamante que sos.
ResponderEliminarEs preciosa. Me hiciste llorar (otra vez...)
me gustó mucho tu crónica. Leí todas y es la que más me transmitió los sentimientos y las emociones cruzadas de esos días...
ResponderEliminarnegui delbianco
gracias pato, entre el tango y la crínica, melancólica y esperanzadora, poética y política
ResponderEliminarFabián Viegas
Excelente, escribo este comentario con lágrimas en los ojos, pusiste con palabras lo que estamos sintiendo muchos.
ResponderEliminarGracias
Cómo verás, sigo aumentando la difusión de la crónica. Gracias de nuevo por compartir tu cariño con el pueblo, Patín.
ResponderEliminarHermoso, Pato. Impactantes aquellos papeles.
ResponderEliminarcomo suceden muchas cosas , caí acá de casualidad , porque alguien (que también encontré -o me encontró?- una vez de casualidad) compartió el enlace a esta nota
ResponderEliminarleí despacito , degustando las palabras
hermosísima crónica !
(ya no veo mucho en la pantalla , con los ojos llenos de lágrimas ... )
besooo grande señorita , y un abrazo desde rosario !
Basta, por favor... Basta de seguir llorando y llorando frente a la pantalla y estremeciéndome con todas las descripciones, tan dulces y tan, tan, tan dolorosas...
ResponderEliminarBellísima Pato, bellísima.
ResponderEliminarBeso, María.
Gracias a todos por tan lindos comentarios.
ResponderEliminarPatricia.
pato es hermoso lo que escribiste, ahora si lei tu cronica, y es tan especial,hace q uno se emocione hasta las lagrimas,gracias x entenderme tanto, quizas este dolor desperto en mi algo q estaba dormido o reprimido, valla a saber xq no?pero estoy segura q voy a estar siempre apoyando a cristina en todo lo q desde mi pequeño lugar pueda, no cambies nunca hija te quiero, mama
ResponderEliminarme encanto tu cronica y volvi a emocionarme creo que es el mejor homenaje,de la gente de a pie para un hombre que dio su vida por lo que creia y queria. te quiero PAPA
ResponderEliminarLa inmunidad o impunidad de "... si el hombre de mi vida se fuera así tan de golpe de mi lado yo también quisiera mil dibujos de niños que me dieran amor, aunque no supieran nada de la muerte. Aunque yo tampoco sepa nada de la muerte ni de hombres que te aman por toda la vida".
ResponderEliminarMe encantó leerte.
Tantas Tantas cosas, que quizá las cosas no nos cambien tanto...Con una transparencia que muy pocas veces pude notar, con el alma en el tintero para poder expresar en unas lineas todo lo que significó este acontecimiento de tanto dolor, tanto dolor...de tantas emociones encontradas. Gracias por estas palabras, por ser tan simple y encontrar en esos "papeles" el mejor referente de amor...Tantas, tantas cosas y vos no cambias, seguís sin quedarte inmóvil al costado del camino. Te quiero mucho, y lo sabes.. Mati
ResponderEliminarQuiero adoptar a tus viejos =)
ResponderEliminar...termino de leer tu excelente cronica y siento que me vuelvo a quedar atónita, sin palabras, sintiendo en el alma la misma tristeza de ese miercoles de noviembre, donde creí que se moría una parte de la esperanza. Esa tristeza que comenzó a volverse otro sentimiento cuando escuché a mi madre, que nunca fue peronista pero que abrazó como propias varias de las luchas de Kirchner, llorar desconsoladamente diciendo :"...él me devolvió el sueño de un mundo mejor.." .Un sentimiento de fortaleza y de vamos , hasta la victoria siempre, cuando mi sobrino de 14 años , este jovencito hijo de la tecnología y no de la ideologia me dijo "...tia, ahora entiendo lo que significa un líder. Se murió un líder...creo que me va a gustar la militancia...puedo ir con vos a la Plaza?"...Esa tristeza que no se va, que vuelve aún , se va convirtiendo en otra cosa, en un sentimiento de lucha, de amor , de ahora no tenemos miedo.Ahora vamos, con mas fuerzas que antes , hacia un mundo mas justo, mas igual, mas solidario. Esa fue la impronta que nos legó éste gran hombre.... Un abrazo, y felicitaciones....
ResponderEliminarAcabo de terminarla. Es decir, acabo de terminar de leerla por primera vez. No sé cuantas veces volveré sobre esta nota. Es maravilloso leerte, Patito. Sobran los elogios (o me faltan palabras, no sé). Es muy dulce. Gracias. No sé, me encantó. Negro
ResponderEliminarPatricia, felicitarte seria un atrevimiento porque yo solo saco fotos, no escribo nada! Mejor te digo: Gracias.
ResponderEliminarGracias por la mejor cronica de un momento tan triste, tan intimo pero a la vez tan popular.
Trabajo con Miriam Quiroga, soy una "cartera del pueblo" como dice ella. Es una gran persona, una defensora de este modelo, y una mujer valiosa. Tu reseña fue perfecta, un hermoso reflejo de su trabajo.
Saludos, y te invito a pasar por mi blog, donde subi las fotos de esos dos dias que marcaron a los argentinos para siempre.
YO TAMBIEN QUIERO DECIRTE GRACIAS, POR VARIAS COSAS. PRIMERO POR QUE COMO AMIGA DE MIRIAM SE CON CUANTO AMOR RECOGIO ESOS PEDACITOS DE CORAZONES QUE NUESTRO PUEBLO DEJO PARA CRISTINA.SEGUNDO POR QUE COMO PINGUINA QUE SOY TAMBIEN ME SIENTO HUERFANA, POR QUE SE MARCHO FISICAMENTE NUESTRO PROTECTOR, EL SEÑOR QUE AMO PROFUNDAMENTE ESTA PROVINCIA SIEMPRE TAN OLVIDADA Y RELEGADA POR AÑOS. TERCERO PORQUE DERRAMASTE AMOR EN CADA PALABRA Y NOS HICISTE SENTIR EL ABRAZO CON TUS PALABRAS. UN GRACIAS ENORME PARA TI Y DIOS TE BENDIGA. ROSARIO
ResponderEliminarTe comento que lamentablemente hoy ya no contamos con la Miriam Quiroga, ya no es mas directora de Documentacion Presidencial. Puesto que hay personas que no supieron reconocer el respeto de la labor, que con tanto amor y dedicacion realizo...
ResponderEliminarPATO: Me enorgullese saber que lograste lo que siempre tanto te gusto.. ser periodista y hacer esto tan lindo y que nos llega a todos al corazon...
ResponderEliminarbesos V.P
Patricia, como hago para contactar con vos?
ResponderEliminarestoy haciendo un documental y me interesaría verte
mi mail es dragon@dd.com.ar