jueves, 18 de febrero de 2010

Actrices trans de Santiago- Juan Tauil


Los nubarrones grises presagiaban un violento cambio de tiempo. “El sur va a venir de cualquier lao´ ”, gritaba una loca con un palo en la mano, personaje infaltable en Santiago del Estero. El sol resquebrajaba la tierra -42°- y la humedad –clavo que nos legó el dique de Termas de Río Hondo- se sentía del 80%. Dadas tales condiciones meteorológicas –y la certeza de que no iba a entrevistar al elenco completo-, dudé si ir o no al barrio Primera Junta a visitar a María Marta, una de las integrantes del grupo de teatro “Las Primeras”.
Mientras manejaba por la calle Colón entubada a punto de explotar, lamenté que la Luisa estuviera en la casa de su hermana en Córdoba y la Sandra en Clodomira, típica situación de fin de año, cuando se agita la diáspora santiagueña. Así que de las cuatro protagonistas de “Días de libertad”, sólo encontré en Santiago capital a dos.
Las calles, aún las más alejadas del centro, estaban llenas de gente. Maravilloso ver a muchos vecinos sentados en la vereda, como debe ser, y cientos de ciclomotores que pululaban en la calle, esquivando el chisporroteo de los cuetes que explotaban anacrónicos. Ya llegando a la casa de “La vieja” –como le dicen al personaje de María Marta-, unos chicos se mojan con una manguera en la vereda. También me entretuve mirando por el retrovisor cómo una señora de esas bien matronas, va a buscar a su hijto, desnudito el changuito y lo mete del brazo de nuevo a la casa.
La obra transcurre en los tres días de carnaval en una casa como la de María Marta, una vivienda barrial con portón de chapa, un patio delantero con varios jaulones con pájaros de la zona y un jardín trasero donde la dueña de casa cría faisanes y pavos reales a los que pelará eventualmente para hacer casquetes de vedette, boas abundantes, apliques y todo tipo de adornos lujosos y exóticos, como los que le gusta a la Pomba Yira.
El destino reunió a las cuatro protagonistas en ese lugar, como tantas veces en los carnavales, pero esta vez para rememorar historias de vida junto al director teatral Fabián Ávalos quien luego las transformó en una obra de teatro popular que echa mano al teleteatro mexicano con moraleja estilo Silvia Pinal y a los cambios bruscos de drama a comedia típicos de las sitcoms norteamericanas. Ahora estamos conversando bajo la sombra de un algarrobo, amenazados por nubarrones grises y aturdidos por el canto de los pájaros que vaticinan “el fresco”.

María Marta: Llegó el momento más emocionante de mi vida, vengo de actuar en el Provincial de Mar del Plata, en un escenario, llena de plumas y lentejuelas. Imaginate. Encima esa noche conocí a una hermana, hija en soltera de mi mamá que tiene 76 años. Otra hermana que estaba ahí me dijo: “has cumplido tu sueño”. Es un sacrificio terrible el que hacemos para mostrar la obra; ninguna de nosotras tiene una situación económica holgada.

Laura: El grupo es una familia. Nos contenemos entre nosotras, le aguantamos las locuras a Marta…

María Marta: Ah, si si. Para mí tiene que estar todo a la per-fec-ción… Yo soy muy madre. Yo he criado 23 hijos ajenos. Yo a Laura la he agarrado como mía, le digo todo lo que tiene que hacer. A veces la vuelvo loca…

Laura: si, con quién hablo, con quién estoy...

Periodista: ¿De dónde se conocen?

Laura: Por intermedio de una chica que pone siliconas.

María Marta: si, un día esta chica me llamó y me dijo si podía venir con un alguien nuevo. Le dije que si, que si viniera… A mi la mayoría de las chicas me llaman y me preguntan si pueden venir… a veces estamos bien, otras peleadas, porque entre nosotras las chicas de la diversidad, hay algunas que bueno me molestan ciertas actitudes. Yo tengo mi carácter: pueden estar bailando las más bellas al lado mío, pero donde estoy yo, yo mando.

Periodista: ¿Cómo surgió el tema del grupo de teatro?

María Marta: En septiembre hizo un año. Un día fui a lo de la Luisa, la otra protagonista, a ver los cachorros que había tenido su perra afgana. Parió nueve monstruos, porque en vez de cruzarse con el mío -un afgano color champagne- se hizo servir por todos los perros del barrio. Bueno ahí ella me dijo que los del Inadi habían lanzado un concurso de teatro y que podíamos mandarles algo. Luisa había pensado en mí, por mi experiencia en las comparsas.
Le digo Luisa, hacé lo que quieras con esos perros, regalalos, vendelos, hacé lo que quieras. A mí dame uno o dos que los regalo por ahí. Yo le dije, yo me mando, yo soy Marta, vamos nomás con esa movida del teatro. En ese momento tuve una sensación muy especial. Dije, Dios me está dando lo que siempre he querido. Me dijo que nos juntábamos al día siguiente, en un centro vecinal que nos había prestado las instalaciones.

Periodista: ¿Siempre fueron las mismas cuatro actrices?

María Marta: Anteriormente había otra chica haciendo el papel de Laura. A ella se le subió el vedettismo a la cabeza en la primera de cambio. Una excelente actriz, imponente como ella sola. Pero bueno, nosotras terminamos de un día para el otro ensayando acá en mi casa, cuatro horas todos los días, ¡con quinientos grados de calor! Cuando estuvo lista la obra alquilamos el teatro Del Pueblo, filmamos todo y lo mandamos en un cd a la convocatoria del Inadi. Competimos entre 1500 obras.
Para la escenografía pusimos todo nosotras. Percheros repletos de vestidos de alta costura, tocados, cinturones, boas, telas, encajes, plumas… Cuando hicimos la obra en Buenos Aires, en el Festival de Arte Trans, nos quedamos con dos valijas de cosas para colgar que no entraban en el escenario. Cosas mías que compro, armo cascos, todo tipo de prendas y algunas cosas que me mandan mis amigas de Europa. Aquí en Santiago las chicas travestis que tienen su propio techo son contadas. Viven de prestado, alquilan o andan a la deriva. La Luisa, la Sandra, Laura y yo tenemos nuestro propio techo.
Una siesta de enero me llaman por teléfono. Era la Luisa. Me preguntó si yo estaba sola, que me sentara, que tenía algo para decirme. Me asusté muchísimo, pensé que era algo grave. Me avisaba que habían seleccionado nuestra obra. Lloramos desesperadas las dos al teléfono, abrí la puerta y salí corriendo a la calle…
No dormí durante una semana, me la pasé caminando todo el tiempo como una loca. Tuvo que venirse una hermana desde Buenos Aires para acompañarme hasta que fuera el momento del estreno.

Periodista: Marta, ¿cómo fue la hechura de la obra?

María Marta: Hizo lo mismo que estás haciendo vos. Grabó todo lo que nosotras hablamos. Yo le conté mi historia de vida, los momentos por los que pasé. Las burlas que he soportado por cómo yo era antes de la cirugía. Tenía una nariz horrible, eso fue un triunfo, después de eso empecé a ser yo misma. Le conté cuando manejaba las comparsas, cómo me pedían que organizara los presupuestos, los vestuarios, materiales… todo eso lo hice durante 35 años. La última comparsa en la que trabajé fue la Bahamas, donde estuve siete años. Me ocupaba de todo, desde organizar que toda la ropa usada fuera lavada hasta que los chicos que participan reciban una comida antes de irse a sus casas, porque algunos no tienen ni para un pedazo de pan.

Periodista: Por lo que vi, la obra transcurre en los carnavales santiagueños, un día en la casa de la Señora Marta, tu casa…

María Marta: Claro. Al director parece que le gustó lo que hablamos, porque vino un día con el guión escrito, de catorce carillas y eso que nunca antes había hecho uno. En mi casa pasa esto: la semana que viene ya van a empezar a llamar para venir en febrero, ahí empiezan a bajar las chicas desde Salta, Jujuy, se van acercando para el carnaval. Aquí hay chicas muy bellas, algunas muy lindas que son unas conchas declaradas, no le vas a sacar por ningún lado que son varones. Desgraciadamente hay muchas que están perdidas en la droga. Laburan por la avenida Belgrano, trabajando para el puchero. Aquí no hay plata: chongos sobran, pero no hay ni un peso. Yo conozco muchas, durante doce años hice la fiesta de la elección de la reina de las maricas aquí en mi casa. Metía quinientas personas en este patio y tenía que contratar un policía adicional en la puerta. Dejé de hacerla porque empecé a detectar merca adentro de la fiesta.

Periodista: ¿cómo es el circuito del levante en Santiago?

Laura: Yo cuando era gay levantaba mucho por internet. En el chat de encuentros…

María Marta: Si, pero es muy riesgoso. Mirá por esos encuentros lo mataron a este chico, el enfermero del Hospital Independencia…

Laura: A dos chicos han matado… las chicas que están en la calle también están expuestas a todo tipo de cosas.

María Marta: Ay pero chico basta! Él le pega a ella para que no entre al nido. Mirá cómo la tiene…

Peridodista: Si, pobre jilguera, tiene la cabeza pelada con unas cuantas plumas. ¿Él se la picoteó?

María Marta: No, ella es así nomás mal tusada como Tina Turner. Hoy un chongo, un flaco pasó diecisiete veces por la vereda de la peluquería donde yo estaba. Ellos se fijan si pueden sacarte algo. Yo se lo que busca… y si yo les doy pie… yo los ignoro, eso los atrae más. Está viniendo cambio de tiempo, gracias a Dios.

Periodista: Laura, ¿cómo te incorporaste a un elenco ya formado?

Laura: No tuve ningún problema. Me aprendí los textos y listo. El mío es un personaje que existió, una vida muy dura…

María Marta: El personaje que hace Laura es el de una chica que era amiga en común. Ella tenía una amiga que se enamoró perdidamente de un loco que la terminó matando. El personaje que hace Laura sabía todo y huyó. El hermano de la muerta –mi personaje- tuvo que pagar las consecuencias y estuvo preso muchos años por el silencio y la cobardía de esta chica…
Estas cosas me hacen acordar a la época de la dictadura, cuando nos llevaban a todas las del grupo: una morocha que le decían olla de fierro, de tan oscura que era su piel, a la Carla Deganchi –a ella la mataron en Italia-, a la Vanessa Mussi. ¿La conoces a la Vanessa Mussi?. ¡Es la Vanessa Show! Bueno cuando la policía nos empezó a tratar mal aquí la Vanessa se fue a Buenos Aires y empezó a trabajar con la Lobato. Si ahora tiene un carácter fuerte antes no sabes lo que era! Lomos así como el de ella no volví a ver nunca más… Yo hubiera podido llegar hasta donde llegó ella pero yo tenía que cuidar a mi madre. Mi padre era muy violento… pero bueno, con las chicas salíamos mucho a joder por ahí. La policía si nos pillaba nos tiraba dentro del camión celular como si fuéramos perros viejos y nos abandonaban en una zona que se llama Lomas Coloradas. Ahí nos tiraban en un barranco y nosotras quedábamos colgadas, agarradas de las jarillas hasta que la policía se iba. Si te soltabas te caías en un pantano y te ahogabas… pasamos cosas muy feas. Hay muchas compañeras desaparecidas. Nos hacían lo que ellos querían, cosas aberrantes. Yo no tuve esa suerte, yo estuve presa 64 veces, pero por quilombera. Yo salía a un baile y si alguien me decía algo yo me iba al humo a pegarle. Pasa que yo fui muy discriminada, yo tenía una nariz inmensa, la cachabacha en persona. Eso si, de cuerpo era una yegua. Tenía una cinturita, un cuerpo… pero cuando me daba vuelta era un bicho. Después de mi cirugía en la cara, mi vida cambió totalmente. Empecé a ser YO, me liberé. Siempre fui aceptada por la gente, respetada.

Periodista: ¿eso de dónde viene?

María Marta: De mi familia. Tengo tres hermanas, yo soy hijo adoptivo. Mi madre fue mi amiga, mi compañera… me cuidaba mucho. Con decirte que ella, antes de morir me regaló todas sus joyas y me anticipó que la gente me iba a hacer la vida a cuadritos. Me dijo que yo, sea como sea, era su hijo. Me crió y me dio todo lo que tuvo a su alcance. En ese momento yo trabajaba para unos petroleros, unos yanquis que venían a buscar petróleo en Añatuya y yo les preparaba comida. Les propuse a mis hermanas llevarme a mi mamá conmigo, que yo tenía derecho a opinar, y una de ellas me dijo la verdad: “Vos no sos el hijo, vos sos levantado de la basura”. Esa puñalada me la dio mi hermana en el momento en que yo perdía todo lo que tenía. Me agarró una crisis de nervios tan grande que terminé en el Borda. Creo que todo eso que me pasó no me endureció sino todo lo contrario; me ablandó. Mi infancia fue muy fea. Mi padre me echó de mi casa cuando yo tenía 11 años. Mi mamá me llevó a lo de su comadre, que vivía cerca y tenía una hija, de la que soy muy amiga. Ella me terminó de criar, me vistió y me mandó a la escuela, pero igual yo cuando el viejo no estaba iba a visitar a mi mama. Yo le dije a él un día: “Vos vas a morir en mis manos”. Dicho y hecho. Yo estaba trabajando en Salta y me hicieron venir porque él, en su lecho de muerte, me llamaba. He sufrido tanto en la vida que lo que me pasa hoy con la obra de teatro es la gloria para mí.

Periodista: ¿Y cómo la conociste a la Luisa?

María Marta: Yo la conocí hace 35 años, en época de comparsas. A ella le decían “La Decenta”, porque era decentita ella y terminó siendo una gran burlista junto conmigo. Ponemos rápido los apodos. Ella entró como bailarina, yo ya estaba como bailarina ahí…

Periodista: Ah, en los corsos que iban por la avenida Belgrano…

María Marta: Yo estaba terminando el carnaval, un 23 de marzo, hace doce años y me llamó Josefina, amiga de la infancia, que vivía en Buenos Aires, en un conventillo de Caballito, a pasos del Cid Campeador. Tenía una extraña fiebre en las piernas y me necesitaba, aparte tenía problemas con unas vecinas. Los problemas con las vecinas lo solucionamos a los golpes y su problema después de empeorar un poco pareció desaparecer. Yo ya que estaba allá no podía estar sin trabajar. Trabajé en Los Ídolos, un restaurante de Suipacha y Corrientes en la parte de adornar los platos. En esos meses me hice jogar los buzios en Floresta. Me dijeron que yo era la Pomba Gira del glamour, una ganadora de la vida, que iba a conseguir lo que buscaba en Buenos Aires pero que me iba a volver a Santiago con el corazón destrozado. Con los ahorros que tenía me hice la cirugía de nariz, le prometí a la Josefa que a ella también le pagaría la cirugía. “Nos operamos y volvemos a Santiago, espléndidas, para que se mueran de envidia los putos”, le decía a la pobre Josefa… Yo ya había comprado plumas de faisán, de avestruz, todo listo para venir despampanantes. También trabajé de recepcionista de un sauna, hacía los dos trabajos al mismo tiempo. Salía de mi casa a las ocho de la mañana y volvía a las doce de la noche. A veces me volvía caminando desde Suipacha y Corrientes hasta el Cid. Yo tengo trancos cortos pero rapidísimos y ni te cuento los chongos que me comí en el camino. También le disparé a la policía… Un día vuelvo de trabajar y la Josefina me dijo que tenía la fiebre en el estómago. La llevé al Subizarreta y al cuarto día me dieron el diagnóstico: cáncer fulminante en el estómago. Vendí todo lo que tenía, la llevé a cuanto hospital pude. Un día me llegó el turno de la cirugía y me la hice. Cuando salí del quirófano volví al hospital para cuidar a Josefina, me acuerdo que estuve vendada, dormí en el piso porque no tenía a quien dejar en mi lugar. Hubo veces que tuve que comer de la basura. El 18 de noviembre murió y me volví sola con ella. Cuando llegamos lo terrible fue afrontar a las malas lenguas que decían que ella tenía el bicho, nadie quiso ayudarme con nada…

Periodista: en Santiago, volviendo a las historias de represión que contaste… ¿tenía algo que ver Musa Azar en eso?

María Marta: Yo he sido muy amiga de él. Las primeras plumas de faisán que yo usé eran de animales de él. Yo me iba a la casa donde vivían sus padres, o pasaba por su casa, donde tenía enormes jaulones. Yo trabajé en la casa de uno de los jefes de la policía de aquí… Me decía “Vení, Negro, pasá! Y yo entraba a buscar esas bellezas que eran las plumas de esos bichos. Mirá la culpa de todas esas cosas que nos pasaban pudieron venir de Carlos Juárez, porque por parte de La Nina no podía ser. Ella tenía buena onda con los putos. Nosotras hacíamos política con ella, anduvimos por toda la provincia, hasta lugares remotos. La Nina decía: “Llenen el colectivo, busquen a las chicas –nosotras- y lleven los bombos”. Nos hacían subir al escenario a tocar y la gente se iba acercando. Cuando había cierta cantidad, ahí recién hablaban los políticos. Yo por tras de estas cosas estuve prófuga varias veces: una vez porque le saqué el arma a un policía y anduve a los tiros, borracha por la peatonal y otra vez afuera de la cancha de Mitre –siempre fui hincha de Mitre- un día que estábamos tomando cerveza con unos amigos y se me ocurrió apostar un cajón de cerveza si lograba derribar a un cana de un ladrillazo. Lo tiré del caballo, y terminé escapándome de las balas en un camión que transportaba maíz. Llegué así a Tucumán.

Periodista: ¿Cómo es tu familia, Laura?

Laura: Mi mamá es enfermera, auxiliar en salud mental y cuida gente particular. Tengo un hermano varón y una hermana, Laura, que cumple 18 años ahora. Trabajé un tiempo en la calle, ya de chica.

Periodista: ¿Cómo fue el paso de gay a trans?

Laura: Un día fui a Parada X, yo era gay, estaba vestido de varón. Unas chicas travestis me llamaron desde una esquina, nos hicimos amigas y empezó a rondarme la idea de vestirme de chica. Empecé a cambiándome adentro del boliche. Un día me decidí a hacer la calle con una chica, parábamos juntas porque no me gusta estar sola. De un momento a otro se la llevaron a Buenos Aires con ofertas de trabajo. Me llegaban noticias de que le estaba yendo bien. Volvió en un cajón, todavía no se lo que le pasó. En esos días estuve triste, hasta que me puse de novia con un hombre de 46 años que me maltrató mucho, me mantuvo encerrada, cagada de hambre porque decía que se avergonzaba de mí. En ese momento apareció lo de la obra, las chicas, el grupo de teatro. Esto ayudó a valorarme a mi misma, a sentirme parte de algo, una carrera, otro destino.

Ráfagas de aire fresco, gotas, polvo y algunas plumas nos hicieron levantar campamento. El sur se vino con todo, presagio de la loca que arrasó el ramaje y revolvió la tierra en endemoniado remolino. Testigo del signo salamanquero, la dueña de casa prometió contarme en otra visita sobre sus dotes adivinatorios. Y con besos y abrazos me fui en los brazos de la tormenta, cantando.

2 comentarios:

  1. Hola Juan...

    Me encanto la nota y me emocionan las palabras de las chicas, principalmente las de Marta.
    Soy Fabián Ávalos, director de la obra y me llego esta nota a mi mail por el "Alerta google"

    Me emociona te decía porque se lo que significa para Marta todo esto, el subirse al escenario y poder demostrar que ella también puede en esta profesión como así también lo hacen las otras chicas, se desbordan de felicidad cada vez que tenemos una función y trabajan con tantas ganas y profesionalidad que muchísimos actores en nuestra Argentina deberían imitar... yo llevo casi 30 años en esta profesión y día a día estas chicas no dejan de sorprenderme... para mi son un ejemplo y me llenan de orgullo.

    Con el tiempo encontraran su propio camino dentro de esta profesión, mi deber es guiarlas y cuidarlas y se que les va a ir muy bien.

    Bueno Juan, te dejo un fuerte abrazo y gracias por tenerlas en cuenta, esto es muy importante para ellas...

    Por si necesitas información de la obra durante este año, no dudes en comunicarte, aquí te dejo mi E-mail fabian.avalos@yahoo.com.ar ...

    Ah! una cosita quería corregirte. todavía no tenemos nombre de grupo, eso lo estoy tramitando y ya seremos compañía en muy poco tiempo... digo esto porque grupo "Las Primeras" no son, mas que nada para evitar confusiones.

    Un abrazo.

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  2. me encanto la nota, y conosco a Laura y fue revelador las cosas q paso , ya q ella esas cosas nunca me conto, y la voy conociendo de poco y le tengo un gran aprecio.aqui les dejo e-mail agustin_angel_trejo@hotmail.com

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