sábado, 6 de noviembre de 2010

No quiero quedarme sola y vacía - Angel Lozada

Esta crónica del portorriqueño Ángel Lozada forma parte del libro Mapa Callejero. Crónicas sobre lo gay desde América Latina (Eterna Cadencia).


Segundo préstamo de la Loca: se metió a Macy’s, vio una vajilla de platos de southwestern motif para ocho personas y la necesitó. Pero no tenía chavos y una mujer colombiana o sudamericana—ya no recuerdo—le ofreció el crédito de Macy’s: se lo aprobamos al instante y le damos el 10% de descuento sólo por solicitar. Y como se lo ofreció en Español, la Perturbada solicitó la tarjeta de crédito y se la aprobaron con una línea de mil dólares que gastó íntegramente en la compra de los platos.

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La Endeudada se las pasaba de centro en centro y los espíritus le hablaban y a cada rato cogía fluidos. Recogía y a veces, sin saberlo, se acostaba encausada.

Préstamo Number Three que la valida, que le da la entrada al crédito que finalmente la hace ciudadana, que establece en los Credit Bureaus la verdadera personalidad de la Loca: una American Express Platinum pre-aprobada, con un crédito de 3550 dólares. Y la Loca, por primera vez se sintió Jackeline Kennedy y salió, acabando de recibir la tarjeta, se bajó en la parada de Christopher Stret, y en Hugo Boss se compró, íntegros, los tres mil quinientos dólares en ropa. Hasta una botella de vino blanco abrieron los dependientes para celebrar a la Loca.

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Cuarto préstamo: en Circuit City con Ivette Torres, cogió fiao, a un 23% de interés annual, un componente Harman Kardon que le costó, con bocinas BOSE y con cables, casi cuatro mil dólares: Tienes que aprender a comprar calidad. La calidad cuesta más al principio, pero dura más al final. Además, tú te mereces un componente a todo dar después de que te has matado tanto estudiando. No hay como la calidad de un Harman Kardon, imagínate que SONY imita la tecnología de Harman Kardon.

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¿Quinto préstamo de la Esquizoide? Necesito tener una computadora Apple, equipada con la última versión del sistema operativo y con la última versión de Word. La cogeré a crédito en PC Richards: 3,111.71 a un 23% por ciento.

Y es que todos los enseres que tengo ya están obsoletos cada seis meses y por eso tengo, por esto TENGO que comprarme unos nuevos para asi poder sentirme completa.

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Séptimo préstamo: la Tocada se compró un carro. Un volkswagen cabriolet descapotable para usarlo en la ciudad de New York. ¿Y por qué no? YO me lo merezco. Ya estoy cansada de estar en el subway pa arriba y pa abajo, cuando yo me merezco tener un carro en esta ciudad. Pero la Ida no contaba con los pagarés de seguro: 200 dólares mensuales porque usted vive en un high crime area, 300 dólares para estacionar el carro en el trabajo. 150 mensuales para estacionar el carro en Washington Heights. Gasolina, limpieza, seguro, aceite y mantenimiento.

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Octavo préstamo de la Kennedy, acabando de recibir una VISA de Signet Bank, con un crédito de 2,500 dólares: me tengo que comprar ropa nueva porque ya la que tengo está pasada de moda. Estoy cansado de estar vistiendo siempre los mismos trapos: Y salir, como yo me lo merezco, nerviosa, porque sé que voy a sobregirarme, y a que me abran las puertas de par en par en Beau Brummel, y sentarme en los sofás mientras los hombres me traen trajes, camisas, corbatas para que yo escoja, y me tratan, por unas horas, como una reina

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Debía setenta y cinco mil dólares en préstamos estudiantiles. La Impotenta cogía clases en la universidad y solicitaba préstamos estudiantiles para comprarse ropa, serigrafías, componentes y CD players, juegos de baño. De este modo difería los pagos mientras estaba matriculada.

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CHEQUES SIN FONDO: la Endeudada, ya estaba tan desesperada que en un año escribió cuarenta cheques sin fondo. Gastaba lo que tú no te imaginas, y se tiraba a las calles de New York, a comprar pinturas, posters antiguos, muebles, cajas caras, toallas. Ropa de diseñadores. Las tarjetas las puso de tepe a tepe en tres meses. Entraba a las tiendas como si fuera Jackelyn Kennedy Onasis y se dedicó, a comer en restaurantes caros y a beber vinos finos. Hasta los recortes los pagaba con cheques fatulos.

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En seis meses acumuló teinta y cuatro mil dólares en tarjetas de crédito. Se le atrasaron los pagos del carro. Debía tres meses de renta.

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