domingo, 20 de septiembre de 2009

B-boys- Aneris Casassus


El bautismo no estaba previsto para esa tarde, pero Jhasmani llega con la idea y convence al resto. Se sientan en ronda con las piernas cruzadas, como indios dispuestos a comenzar un ritual. Piensan. Los ojos, negros y achinados, miran fijo al piso. “Cada uno de nosotros tiene que ponerse un alias”, dice Jhasmani. Y a todos les parece bien.
- Por ejemplo, yo soy B-boy Taz. ¿Y tú Ferchu? ¿Cómo quieres llamarte? -pregunta Jhasmani.
- Podría ser B-boy Chufer, ¿no? -responde Ferchu. A Jhasmani le gusta. Y en el cuaderno que tiene sobre las piernas flacas y enrolladas anota “B-boy Chufer” debajo de “B-boy Taz”. La lista se completa con B-boy Zhandy y B-boy Speed. Nadie pregunta por qué cada nombre debe ir precedido por una B. La B de breaker, chico breaker, chico que hace break dance.
Llega el turno de las chicas, de las B-girls. Maia quiere ser B-girl May y Araceli homenajea a su cantante favorita y se nombra B-girl Ciara. Marlén no está muy inspirada:
- No sé, no se me ocurre nada... B-girl Marlén, qué se yo.
- ¿B-girl Marley? ¿Cómo el de Operación Triunfo?
- No. B-girl Marlén. Como mi nombre. ¿Cómo será Marlén en inglés? ¿Se puede traducir?
- Ni idea…
- Entonces rosa, ¿cómo se dice rosa en inglés? Me encanta ese color.
- Pink
- Listo. B-girl Pink.
B-boys. Breaker boys. Bolivian boys.

Marlén acerca los brazos al pecho. Pum. Los aleja un instante y los vuelve a acercar. Pum. “Es como si estuviese latiendo tu corazón…”, dice. “Vamos de nuevo. 1, 2, 3 va… Patada, salto, deslizo, pum, pum”. A través del espejo sigue los movimientos de Araceli y Ferchu. “La patada es como si manejaras la pierna con la mano”, dice. Sube la mano, sube la pierna. “Vamos de nuevo, apréndanse eso”. Y el track 2 del CD vuelve a sonar por millonésima vez en la tarde. “Están bien los pasos. Ahora hay que darle más fuerza”, dice al rato.
El piercing que Marlén lleva en el lado izquierdo de la nariz es un puntito minúsculo y brillante. El pelo, castaño oscuro, largo y desmechado. Los ojos parecen más grandes con el rímel y el delineador negro. La ropa: 100% Adidas. Camperita negra con tres rayas blancas, pantalón rojo con tres rayas blancas varios talles más grande que su cuerpo, y zapatillas blancas con tres rayas celestes.
El hip hop corre por las venas de Marlén. Es hija de Maluko, un dj famoso de hip hop dentro de la colectividad boliviana, organizador histórico de fiestas de hip hop en Flores y vendedor de indumentaria de hip hop. Maluko ya estaba en la movida hip hopera en Bolivia y cuando llegó a Argentina con su mujer y Marlén de dos años, llevó esa música a la colectividad. “Las malukas”, les dicen por lo bajo a Marlén (23) y a su hermana Pamela (18). Entre los chicos, las malukas tienen fama de estar buenas. Entre las chicas, de ser agrandadas.
Hace dos años, Marlén armó el grupo de baile de hip hop “Nuevo Estilo”, que está formado por chicos de la colectividad. Ensayan todos los domingos en un salón de la Iglesia Anabautista Menonita de Flores, en la calle Mercedes, pasando las vías. El lugar no tiene más que una mesa que arrinconan en la esquina y un espejo que ocupa toda una pared, luz natural de los ventanales que dan a un patio interno y suficiente espacio para moverse.
“Dale, hagan la coreo que los filmo”, dice Araceli tomando su Blackberry. Empieza otra vez el track 2. Ninguno sabe decir cómo se llama ni quién canta; sólo que suena a hip hop y que la letra es en inglés. Jhasmani está apoyado sobre su cabeza y gira rápido, dos o tres vueltas. Después suspende su cuerpo en el aire sosteniéndose con la palma de la mano sobre el piso. Detrás, Marlén, Denis y Ferchu levantan la pierna y la mano derecha, dan un saltito hacia el costado y mueven los brazos hacia el pecho. Pum. Pum. Quiebre de la rodilla izquierda, adentro y afuera. Cuclillas hasta apoyar la cola en los talones. Stop en el Blackberry de Araceli.

Niki llega tarde al ensayo. Paga el retraso con una docena de facturas que trae bajo el brazo y que compró mientras volvía de La Salada. Llega tarde y desganado. Hoy Niki prefiere charlar y comer facturas a practicar la coreografía. Ya se la sabe de memoria. Y si hubiera algún cambio, lo aprende enseguida. Eso es lo que le dice a Marlén. A ella no la deja demasiado tranquila.
Cinco trenzas cosidas, prolijas y equidistantes adornan la cabeza de Niki. La barba candado enmarca una sonrisa blanquísima. El jean celeste, con bordados rojos, es tan ancho que en cada pierna del pantalón podrían entrar tres de las de Niki. Las zapatillas Gordon Jack, con suela de 5 cm y costuras reforzadas. “¡Éstas son zapatillas de verdad! Con esas caminás y sentís todo lo que vas pisando”, dice y muestra unas All Star. “Los villeritos ni siquiera me las roban, porque buscan las otras, las Nike”. Cuando se saca la campera blanca un par de muñequeras negras se ven en cada uno de sus brazos. Arriba de la muñequera izquierda, lleva un reloj deportivo. Y en el anular, también del lado izquierdo, un anillo.
Niki se llama Miguel. Pero le gusta que le digan Niki, Dj Niki. “Virtual Dj. Versión radio” es el programa de Niki que se escucha de lunes a jueves de 22 a 24 por FM Mediterráneo, en el 100.5. Dj Niki pasa temas de hip hop y reggaeton. La frecuencia está manejada por bolivianos y llega a Flores y los barrios cercanos. Niki paga 560 pesos al mes por el espacio y vende publicidad a 60. “Vine a los 5 años de Bolivia. Siempre viví por Flores, Bajo Flores y Caballito. Conozco a todo el mundo por acá. Pido publicidad en los negocios y me dan”, dice. Si hay algo que no le cuesta a Niki, es vender. En quince minutos ofrecerá: jeans de mujer a 26 pesos del local de su hermana que queda en Cuenca 178, tarjetas personales que hace su prima que además es anunciante de su programa, perros de raza a 250 pesos –pueden ser Boxer, Rotweiller y Sharpei-, y unas zapatillas de mujer N° 38, parecidas a las que él tiene puestas, a 300 pesos.
Esas eran las zapatillas que había encargado por Internet para su novia. Pero en lo que tardó la encomienda en llegar a la casa, la novia ya era su ex novia. Las zapatillas quedaron sin dueña y Niki empezó terapia. “La psicóloga me dice que vuelva a lo mío, a lo que me gusta hacer. Por eso empecé la radio. Porque cuando estaba en pareja no pensaba más que en el trabajo”, dice. Niki se juntó a los 15 y se separó a los 22, hace justo seis meses. Ella también bailaba en Nuevo Estilo y un día se fue siguiendo a otro de los chicos del grupo. Ninguno de los dos volvió a los ensayos.

Hacía tres meses que Denis salía con la chica y quería sorprenderla. Ella casi se derrite el día de su cumpleaños cuando prendió la radio y sintonizó “Virtual Dj. Versión radio.” Denis cantaba en vivo en el estudio bajo su nombre artístico: The Big-D. Era una declaración de amor en clave hip hop, una de las 25 letras que ya lleva compuestas.
Denis es un romanticón, tal vez por influencia de Sergio Denis, a quien conoció mientras aún estaba en la panza. Apenas llegaron de Bolivia, sus papás se fanatizaron con el cantante y no escuchaban más que sus temas. Y a la hora de elegir el nombre de su pequeño hijo nacido en estas tierras, no dudaron: se llamará Denis, como Sergio.
-¿Y a vos te gusta Sergio Denis?
-Algún que otro tema por ahí sí. Pero yo estoy ahora con el reggaeton y el hip hop, you know…
Denis empezó a meterse con el hip hop hace cuatro o cinco años. Al principio copiaba lo que veía en los videos y practicaba solo porque no se sentía identificado con nadie que lo hiciera. Hasta que encontró a sus paisanos de Nuevo Estilo para limarse con los temas de 50 Cent, Justin Timberlake o T-Pain.
Denis acaba de terminar su rutina de break dance y tiene la cara transpirada de tanto tirarse al piso y levantarse con sus manos una y otra vez. El flequillo peinado al costado se le pega en la frente debajo de la gorra de lana verde aceituna. Una muñequera con la bandera argentina envuelve su brazo izquierdo. “Tenés el krump, que es un estilo bien callejero y desafiante. O el popping, que es más robótico, más eléctrico”, dice.
Cuando no baila ni canta hip hop, Denis estudia para el CBC de Ingeniería Informática en la UBA y repara computadoras en la casa de Flores, donde vive con su familia. Cada tanto, viaja a Bolivia para visitar a primos, tíos y abuelos. “Me iría a Bolivia si tuviera algo groso. Pero yo estoy pensando en algo más grande, ni en Bolivia ni en Argentina. Me gustaría irme a Miami.”

Claudia es la ex novia de Niki. La que se fue con otro de los chicos de Nuevo Estilo. Y la que ahora baila en la pista de La Sureña, un boliche boliviano en la avenida Rivadavia donde Dj Maluko organizó una matiné de hip hop. Gorra con lentejuelas plateadas, botas crudas sobre el jean ajustado y el pelo colorado. Claudia baila con las amigas como todas las demás chicas: forman dos hileras, una frente a la otra. “No era para él. Le gusta mucho la joda. Niki está muy dejado desde que ella lo abandonó”, dice Marlén apenas la ve.
Marlén y Araceli llegaron a La Sureña después del ensayo de Nuevo Estilo, previo cambio de vestuario. Marlén abandonó sus pantalones Adidas y se puso unos igual de anchos pero camuflados. Debieron mostrar sus mochilas a la entrada y soportar el cacheo de una patovica, la única mujer dentro del personal de seguridad de La Sureña. Zafaron de pagar la entrada de 10 pesos: los privilegios de ser una Maluka y de ser la amiga de una Maluka.
Dj Maluko está en plena acción. Mezcla reggeaton y hip hop arriba de un escenario. En una pantalla gigante pasan video clips y dos animadores se turnan para hablar por micrófono. En la barra se venden baldes de Gancia a 35 pesos y de vino a 25. Marlén saluda a casi todos aunque sabe que casi nadie la banca. “Dicen que soy agrandada. Después ponen cosas re feas en Internet.” Suena Daddy Yankee. Marlén se acuerda del recital. Pagó 400 pesos por tener una ubicación vip en Argentino Juniors.
Cada cinco minutos, el animador de turno anuncia la batalla de MC. “¡Inscríbanse! ¡En un rato comienza la competencia!”, dice. Las batallas ya son un clásico en las fiestas. Maluko pone la pista y los concursantes improvisan rapeando durante un minuto. Ni un segundo más, ni uno menos. “¡Vamos que enseguida comienza la batalla!”
Maluko sigue atento a la consola con los auriculares puestos. Una chica lo acompaña al lado, pero se hace humo cuando Marlén se acerca a saludarlo. “Desde que mis viejos se separaron, mi papá siempre está con alguna chica. ¡A mí me da una bronca! Porque yo siempre estuve con él, desde chiquita que lo acompaño en las fiestas.” Hace tres meses que Maluko se fue de la casa de Barracas donde vivía con su mujer, Marlén y Pamela. Ahora vive en Flores, cerca de La Sureña y de su negocio de ropa.
Sube al escenario Pepe, uno de los pocos argentinos en el lugar. Las rastas le llegan hasta la cadera y la barba hasta el pecho. Pepe da inicio formal a la competencia free style. “Hacer hip hop es una forma de expresarse”, dice. Presenta al jurado y a los primeros dos MC que batallarán por un lugar en la segunda ronda. Arenga al público, “uh, uh, uh…”, subiendo y bajando el brazo en cada “uh”. Falta definir cuál de los dos concursantes tendrá el primer turno en el escenario: Carlos o El Dano. Pepe arroja la moneda al aire. Si sale cruz comenzará Carlos. Si cae cara, El Dano abrirá la batalla.

Niki avanza sobre la avenida Rivadavia en su Vectra modelo ’99. Acaba de llamar Claudia al celular. Le sigue reclamando más cosas después de la separación. Y encima corre el rumor de que ya está embarazada del otro. “Hasta los perros se quería llevar”, dice Niki. Son dos hembras Boxer: Blanca y Camili -“Camili, como la de la novela Terra Nostra”-. Pero Niki logró quedarse con sus dos bienes más preciados.
Para aliviar la furia de la discusión, Niki frena en Pollomanía, un restaurant de comida boliviana en Rivadavia y Dolores que es anunciante del programa de radio. “Broaster y spiedo”, dice el cartel enorme encima del local. Huele a frito. Hay unas tres o cuatro mesas ocupadas. Niki pide un “completo” a 8 pesos: papas fritas, fideos, arroz y pollo frito –o broaster-. Y una jarra de jugo de mocochinche. “Jugo de pepa, como le dicen mis paisanos.” El mocochinche está hecho a base de duraznos secos. Al terminar una jarra de mochochinche se saborean los carozos que quedan en el fondo, las pepas.
Hoy Niki no tiene el pelo adornado con las trenzas cosidas. Lleva un gorro de manta polar gris para controlar la melena negra. Mañana se irá a hacer rastas. No soporta el pelo suelto. Niki trabaja doce horas por día en el taller de ropa que tiene con uno de sus ocho hermanos. También cría perros de raza, pasa música en casamientos y bautizos y de vez en cuando hace alguna changuita de remisero con el auto. Y le gustaría poner una radio porque hizo la cuenta y sacaría 15 mil pesos por mes vendiendo espacios de aire. “Es negocio, aquí todos los bolivianos tienen taller textil o una radio”, dice Niki. Todas sus “empresas” se llaman “Los Ángeles”: remisería “Los Ángeles” o criadero “Los Ángeles”. Si tuviera alguna otra, también le pondría “Los Ángeles”. Es por Ángel, su papá, un jubilado que nunca se acostumbró a la Argentina. Se quedó en Oruro con su esposa mientras sus hijos se desparramaban por Argentina y Brasil.
Llegó el completo: un plato con cuatro divisiones, cada una de ellas repleta de comida. “No tengo que buscar en Internet y explicar a todos la historia del hip hop y los negros marginales. Me gusta, nada más”, dice Niki. Por vestirse con pantalones anchos y andar en autos caros, Niki tuvo algunas visitas de la policía en su casa. “Me dicen que vendo droga. Yo los dejo pasar… Cuando uno no tiene nada que ocultar, ¿qué problema hay?”
Son las 21.50. Niki apura el último bocado de broaster. Paga la cuenta. Se sube al Vectra con destino a Av. Eva Perón, justo cuando se cruza con la autopista Ricchieri. Ahí queda Mediterráneo FM. En diez minutos empieza “Virtual Dj. Versión radio”.

La moneda da un par de vueltas en el aire y cae en la palma de Pepe. “Cruz”, dice en el micrófono. Carlos es quien abre la competencia. Sube al escenario, bermudas de jean y gorra. Toma el micrófono. Maluko prepara la pista. Cuando se escucha el primer acorde, Carlos empieza a improvisar. El sonido es malo, pero algunos versos se llegan a oír:

Mi nombre es Carlos
Represento al barrio
Estamos aquí en la competición
Haciendo hip hop
(…)

A los 60 segundos Maluko pone stop a la pista y Carlos debe dejar de cantar. Ni un segundo más, ni un segundo menos. Es el turno de El Dano. Look similar: bermudas y gorra con la visera hacia atrás.

Buenas noches gente
Aquí estamos improvisando junto a la gente
Simplemente está Maluko
(…)
No somos cantantes
Somos raperos bolivianos
(…)

Fin de los 60 segundos. El jurado declara empate. Cada uno de los participantes tiene 30 segundos más para improvisar y jugarse un lugar en la segunda ronda. Gana El Dano. Palabras del vencedor: “Para mí, el hip hop es una forma de descargarme. Llego del trabajo y hago frases que me re ceban.”
Mensaje de texto en el Blackberry de Marlén. Es la madre, que quiere que ya vuelva a casa. Mañana se tiene que levantar temprano. Marlén trabaja de 8 a 17 en una fábrica de lencería en Barracas. “Mi vieja es muy estricta. No le gusta mucho que venga acá. A ella le gusta la iglesia.”

En un segundo
puede pasarte lo mismo
que a cualquier moreno en este mundo
apuntarte con un caño!! un cartucho fuiste hermano
como a mi amigo el peruano lo encontraron
muerto en una calle de mi barrio
al paraguayo no le perdonaron
sin un centavo lo dejaron
a Marcelina y a su hijo a las rieles empujaron
a los genocidas nunca encontraron
por que nunca los buscaron
policias muy baratos solo olvidaron....
Jacha´Tata´nuestro Padre , Pachamama nuestra Madre!!
juntos lloran habrazados
por que nos matamos entre hermanos
si todos somos LatinoAmericanos
por que hacernos daño!!
Fragmento de “Emigrante” de Mc El Cholo.


Niki sube unas escaleras angostas. Tiene que agachar la cabeza para no golpearse. Por fin sale a la terraza. Desde ahí se ven pasar los autos sobre la Ricchieri. Abre una puerta de chapa para ingresar al estudio: una habitación cerrada con una ventanita chiquita. Una bandera boliviana y posters decoran el lugar. Hay uno de los Uraqui, el grupo de música andina. Están los cuatro integrantes vestidos de negro y arriba se estampan sus firmas con dedicatorias a Mediterráneo FM.
Niki se saca la campera con capucha y se sienta frente a la computadora. Desde allí opera, habla, contesta el teléfono. Todo a la vez. Un pasacasetes de auto sirve para amplificar el sonido de la pc en los parlantes. Abre el programa con “Na, na, na”, de Ángel y Cris. “Dedicado a los chicos de Nuevo Estilo”, dice Niki con voz de locutor. “Bailando ella te hipnotiza, el cuello te agarra y rompe tu camisa...”
Niki se acuerda de las zapatillas de mujer. “Te vendo unas como estas”, dice fuera del aire señalando sus Gordon Jack. “Son número 38. ¿Cuánto calzas? O cuando quieras un cachorrito avísame. Tengo Boxer, Rotweiller y Sharpei”. Los vende en la feria de Villa Domínico, con su cuñado. Alquilan el puesto a 100 pesos y han llegado a irse con 4 mil en la mano. “Los otros puesteros no lo podían creer. Decían: ‘¡estos bolivianos que llegan en camionetas 4x4 y venden todo!’ Pero no saben vender. Yo agarro un cachorrito, me acerco a una señora y le digo: ‘Mire que lindo este perrito. Tómelo. Álcelo’. Y así se lo llevan. Los otros no los dejan ni tocar.”
Termina el tema de Angel y Kris. El separador dice “Ay papito. Virtual Dj” y Niki corre a la pc. “Esto es Virtual Dj. La máquina de hacer música. Llámenos, manden mensajes de texto. Aquí estamos, en la radio. Porque esto es mi terapia. Cuando estoy con ustedes estoy muy bien. Y cuando me voy de aquí, por la autopista, me pongo muy triste”, dice Niki. Ahora, el que está del otro lado de la línea es Gokú, un fiel oyente que pide una canción de Rakim y Kem. Niki dice que recibe 60 mensajes en cada programa.
“¡Viva Argentina!”, suele decir al aire. “¿Cómo viva Argentina? Viva Bolivia”, le dicen los dueños de la radio. “Si todos vivimos y trabajamos acá. Todos vienen por un mes pero es obvio que se van a quedar. Aquí siempre hay laburo. ¡Viva Argentina!”.

4 comentarios:

  1. Cuántas horas dura un día de Niki?
    Alta crónica.
    Quiero verla publicada en pelpa...

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  2. Buenísima la crónica, Aneris!
    Todas mis felicitaciones
    Lu

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  3. Nosotros
    los subdesarrollados
    los subalimentados con ciertas hojas
    y ciertas asperezas
    los submados
    los submantes
    los subverdes, los subversivos
    y subabúlicos habitantes
    (...)
    nos suicidamos lentamente bailando,
    que amamos de una manera ciertamente baja
    con amantes y amados muertos
    de crimen pasional, como se dice,
    de hijos de indios, de hijos de españoles,
    de hijos de negros, de hijos de italianos
    de hijos nomás que somos todavía
    y no para siempre hijos que debemos ser.
    (...)
    A veces uno muere enfermo de ternura
    y sus huesos se agitan por el mundo
    con sus escamas verdes
    las llagas de los pies en el zapato,
    entonces alguien dice: ese era de América
    de América del Sur,
    pero sucede: el fuego que el salvaje
    ha encendido por el mundo
    los ha vuelto cenizas, de repente.

    (¨Los subverdes¨ de Stella Calloni, poeta, escritora y periodista argentina).

    Gracias por abrir el sub- mundo, por abrirnos los ojos. Samanta

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