lunes, 19 de diciembre de 2011

Organismos de derechos humanos en la plaza asediada . “Es un jueves muy triste” - Por Victoria Ginzberg


Publicada en Página 12. Diciembre de 2001

¿Querés limón?, ofreció Tati Almeyda, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Era su arma contra los gases lacrimógenos. A las tres y media las Madres iniciaron la ronda, como todos los jueves. Pero, obviamente, no fue como siempre. “Es un jueves muy triste, venimos a pedir que no haya represión”, decía Laura Conte mientras caminaba del brazo del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y el fiscal de Bahía Blanca Hugo Omar Cañón. Los miembros de los organismos de derechos humanos que habían logrado traspasar las vallas se empeñaban en continuar con la simbólica protesta, pero después de una corrida sobre Avenida de Mayo, la Policía Federal apuntó las pistolas lanzagases hacia la plaza. Las Madres se cubrieron la cara como pudieron y abandonaron el lugar.

Los organismos de derechos humanos llegaron a la Plaza a la mañana temprano porque el ministro de Interior, Ramón Mestre, les había dicho que los iba a recibir. De la entrevista sólo quedó, prendido con cinta adhesiva de una valla, un cartel escrito con marcador que anunciaba que el funcionario había faltado a la cita. “Ante una Casa Rosada vacía y cerrada denunciamos la inconstitucionalidad del estado de sitio y hacemos responsable al Gobierno de cada gota de sangre que se derrame”, se leía en la pancarta improvisada que firmaron, entre otros, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto; Pérez Esquivel, del Servicio Paz y Justicia; Mabel Gutiérrez, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas; el pastor José De Luca, del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, y Horacio Verbitsky del Centro de Estudios Legales y Sociales.

Las pocas Madres que había en la Plaza trataban de continuar la ronda que empezaron en 1977, cuando la policía les ordenó marchar porque, debido al estado de sitio, no podían permanecer reunidas en la Plaza. Ayer, como hace años, las mujeres caminaban cercadas por la policía. Pero esta vez, también estaban acompañadas por los manifestantes que les cantaban el tradicional “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”. Luego de media hora, los policías apuntaron al lugar que, parecía, habían dejado para que los organismos de derechos humanos pudieran expresarse. La corrida empezó en Avenida de Mayo. Pérez Esquivel, tratando de mantener la calma, gritaba que no corrieran y alzó sus dos manos. En seguida todos los que estaban alrededor lo imitaron y miraron hacia la policía montada mostrando sus palmas en alto. Pero la “fuerza de seguridad” ya estaba decidida y arrojó los gases. El aire se volvió irrespirable y el limón que había ostentado Almeyda no alcanzó.

Los miembros de los organismos de derechos humanos abandonaron la Plaza aplaudidos por quienes no habían podido acceder al lugar. Almeyda, con los ojos hinchados –efecto de la represión– fue abordada por las cámaras de televisión y anunció que “no pudieron impedir la ronda”. Alguien empezó a entonar el himno y el resto se sumó. Almeyda pidió por los treinta mil desaparecidos y “presentes”, fue la respuesta. Poco después, la policía pasó arrastrando a un hombre rumbo al celular y la valla de la calle Defensa no aguantó la bronca de la gente, que fue “dispersada” a la fuerza y con el saldo de varios detenidos. Como si fuera una postal del pasado, una señora de camisa rosa se preguntaba frente a los periodistas dónde se habían llevado a su hijo.
Por su parte, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que se hicieron presentes en la Plaza encabezadas por su presidenta Hebe de Bonafini, también sufrieron los embates represivos. Siete de ellas fueron alcanzadas por las balas de goma y los palos de la policía y hasta fueron atropelladas por los caballos mientras resistían sentadas a los atropellos.

2 comentarios:

  1. Por su parte, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que se hicieron presentes en la Plaza encabezadas por su presidenta Hebe de Bonafini, también sufrieron los embates represivos. Siete de ellas fueron alcanzadas por las balas de goma y los palos de la policía y hasta fueron atropelladas por los caballos mientras resistían sentadas a los atropellos.

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